Considero que somos navegantes, y que si queremos disfrutar del viaje debemos de aprender primero cómo funciona el “barco” con el que nos identificamos. Debemos de conocer el viento y las mareas, debemos de comprender en general el entorno en el que nos movemos.
Este es para mí el comienzo del yoga. Una ciencia que nos permite desarrollar todas nuestras capacidades y nos ayuda ver más allá de nuestras limitaciones. Sirve como manual de instrucciones del barco y al mismo tiempo como carta de navegación. Es en definitiva una guía para la vida. Y es que el yoga y la vida están íntimamente relacionadas.
¿Qué es la vida sino un viaje?, un viaje sin destino donde en cada momento podemos cambiar de rumbo, redescubrirnos. Un viaje cuyo objetivo no consiste en llegar a ningún lugar, si no aprender a fluir con el viento. A este viento le llamamos espíritu, la fuerza que nos mueve. La espiritualidad no es otra cosa que aprender a fluir con la vida.
¿De dónde venimos?, ¿a dónde vamos? Estas preguntas son tan dinámicas como la vida misma. No importa lo que fue o lo que será, lo verdaderamente importante es seguir en marcha. En ocasiones más rápido, otras más lento. Aprender a disfrutar de la calma y al mismo tiempo de la tormenta. Todo tiene su momento, su lugar. Si te sientes perdido hazte la pregunta, ¿dónde estoy? Si todavía tienes dudas, definitivamente el yoga puede ayudarte.
Nuestros antepasados aprendieron a navegar observando la naturaleza. Sus maestros fueron los elementos, el sol y la luna, las estrellas… De la observación y la experiencia nació la comprensión del mundo, tanto del exterior como el interior. Fué así como nos hicimos Sapiens, es así como hacemos honor a nuestra especie. El yoga ha renacido en un tiempo donde las leyes naturales siguen siendo las mismas, pero donde el ser humano se comporta como si estuviera por encima de ellas.
Es tiempo de purificación, debemos controlar nuestra incontinencia, nuestra avaricia y arrogancia. Debemos de limpiar el desastre que hemos generado, empezando por nosotros mismos. Es tiempo de madurar, de crecer y viajar juntos hacia una nueva era dorada. Para ello el Yoga ha resurgido como forma de vida, mucho más allá de la cultura del cuerpo, como una cultura global.
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