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Motivo, Visión y Práctica: El Triángulo de la Evolución Espiritual


La travesía espiritual no es simplemente una serie de rituales y prácticas que uno sigue ciegamente. Es un viaje profundamente personal que requiere alineación y autenticidad en cada paso. Para emprender este viaje con verdadera conciencia y propósito, es esencial que tres componentes fundamentales estén en sintonía: el motivo detrás de la práctica, la perspectiva o cosmovisión que se busca entender y, por supuesto, la práctica en sí.





1. El Motivo: Más Allá de las Impurezas


La mayoría de nosotros, al comienzo de nuestra búsqueda espiritual, estamos motivados por lo que las antiguas tradiciones denominan "motivos impuros". Estos no son inherentemente negativos, sino que a menudo no están completamente alineados con la realidad esencial del universo y de uno mismo.

Uno de los motivos más comunes para embarcarse en una práctica espiritual es el sentimiento de que algo dentro de nosotros está roto o defectuoso. La sociedad moderna, con su énfasis en la perfección y la auto-mejora constante, alimenta esta percepción. Nos miramos al espejo y vemos cuerpos que no encajan con los ideales estéticos, o sentimos emociones y pensamientos que creemos que no deberíamos tener. Esta perspectiva es reforzada, a veces, por enseñanzas religiosas que presentan ideas como el pecado original, sugiriendo que hay algo inherentemente malo en nosotros que necesita ser redimido o corregido.


2. La Visión: Descubrimiento versus Corrección


Sin embargo, las enseñanzas espirituales, particularmente aquellas del Yoga tántrico, nos presentan una perspectiva diferente. Estas enseñanzas nos recuerdan que en el corazón de cada individuo hay una chispa divina, una esencia que es pura y perfecta tal como es. Esta esencia no necesita ser "corregida", sino "descubierta". Cada ser humano, independientemente de sus traumas, heridas o percepciones de sí mismo, tiene en su núcleo una esencia inmutable y divina. No es algo que esté roto y necesite ser arreglado, sino más bien algo que ha sido oscurecido por las capas de experiencia y percepción.


3. La Práctica: Del Placer a la Profundidad


Un segundo motivo impuro común es la búsqueda de experiencias espirituales elevadas o estados de éxtasis. En nuestra sociedad orientada al placer, muchos buscan la espiritualidad como una forma de experimentar dicha o euforia. Si bien estas experiencias pueden surgir en el camino espiritual, no deberían ser la razón principal para emprender el viaje.

Un reconocido maestro espiritual, una vez comentó sobre el peligro de convertirse en un "materialista espiritual". Es decir, alguien que colecciona experiencias espirituales como si fueran trofeos, sin realmente comprender o internalizar la profundidad de esas experiencias. La verdadera práctica espiritual no se trata de perseguir constantemente estados elevados, sino de entender la verdadera naturaleza del yo y del universo.


Conclusión: La Verdadera Esencia del Viaje


La travesía espiritual no se trata de corregir lo que percibimos como fallos en nosotros mismos, ni de coleccionar experiencias elevadas. En cambio, se trata de descubrir y conectarse con esa esencia inmutable y divina que reside en cada uno de nosotros. Se trata de despojar las capas de percepción errónea y experiencia para revelar la verdad fundamental de quiénes somos.

Al alinear adecuadamente nuestro motivo, visión y práctica, nos preparamos para una travesía espiritual que no solo es auténtica, sino también profundamente transformadora. Al reconocer y superar los motivos impuros que podrían haber inicialmente impulsado nuestra búsqueda, nos abrimos a una comprensión más profunda y a una conexión más auténtica con el universo y con nosotros mismos.

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